Algunos teólogos han comparado la vida
humana como una gestación para la vida eterna; alguien comparó nuestro paso por
la vida terrenal como un estar, conscientemente, en un “gran útero” en el cual
se va fraguando la eterna felicidad o la desgracia eterna.
Y no es que Dios
haya creado dos lugares paralelos: el cielo o el infierno. Dios, el Padre
misericordioso y lleno de ternura, sólo creó el cielo. El ser humano, que consciente
y libremente le dice NO a esa misericordia y ternura divinas, creó el infierno.
El cielo es el lugar NATURAL a donde se nos llama; el infierno es la
posibilidad real adonde podemos ir, si no amamos.
La Palabra del
Señor nos invita a reflexionar sobre el llamado que Dios nos hace a disfrutar
de la vida, de la vida que comienza en la tierra y que tendrá su plenitud en
cielo, en comunión con él y con nuestros hermanos. Nos invita a hacer, aquí en
la tierra y con nuestras limitaciones, un anticipo del cielo donde todo es
bondad, alegría, comprensión, ternura y felicidad: donde sólo existe el amor.
El Señor Jesús
nos habló del cielo con figuras tales como el “banquete” o el “paraíso”; otra
figura en el Nuevo Testamento es la “ciudad santa”. Son figuras que nos hablan
de plenitud de vida y comunión; nos hablan de alegría y sociabilidad; nos
hablan de saciedad, holgura y serenidad. Esa vida en plenitud y comunión es un
regalo que es al mismo tiempo una tarea. No se trata de una imposición, sino de
un llamado; no es un “destino”, sino una opción.
Somos invitados
a pasar por la vida haciendo el bien, a ejemplo de Jesús de Nazareth. A los
cristianos se nos han confiado los misterios del Reino y hoy el Señor nos
advierte que debemos estar vigilando porque nadie sabe ni el día ni la hora; y
esta vigilancia no es la de un guardia en la garita, sino que es una actividad
de servicio a los demás.
Sólo vigila
aquél que entiende su propia existencia como un servicio alegre a los demás;
sólo está vigilando aquel que rompe con su egoísmo y se entrega alegremente a
hacer el bien al prójimo. Por eso, a nosotros que tenemos claro el llamado, a
nosotros a quienes el Señor nos ha bendecido con el don de la fe, a nosotros se
nos exigirá más que a los demás.
Pbro. Cándido Contreras
Primera
lectura: Sabiduría 18, 6-9
Lectura del libro de la Sabiduría
La noche de la
liberación se les anunció de antemano a nuestros padres, para que tuvieran
ánimo, al conocer con certeza la promesa de que se fiaban.
Tu pueblo esperaba ya la salvación de los
inocentes y la perdición de los culpables, pues con una misma acción castigabas
a los enemigos y nos honrabas, llamándonos a ti.
Los hijos piadosos de
un pueblo justo ofrecían sacrificios a escondidas y, de común acuerdo, se
imponían esta ley sagrada: que todos los santos serían solidarios en los
peligros y en los bienes; y empezaron a entonar los himnos tradicionales.
Palabra de Dios
Salmo
responsorial: Salmo 32
Dichoso el pueblo que
el Señor
se escogió como
heredad.
Aclamen, justos, al Señor,
que merece la alabanza de los buenos.
Dichosa la nación cuyo Dios es el Señor,
el pueblo que él se escogió como heredad.
Los ojos del Señor están puestos en sus
fieles,
en los que esperan en su misericordia,
para librar sus vidas de la muerte
y reanimarlos en tiempo de hambre.
Nosotros aguardamos al Señor:
él es nuestro auxilio y escudo;
que tu misericordia, Señor,
venga sobre nosotros,
como lo esperamos de ti.
Segunda lectura: Hebreos 11, 1-2. 8-19
Lectura de la carta a los Hebreos
Hermanos:
La fe es seguridad de lo que se espera, y prueba de lo que no se ve.
Por
su fe, son recordados los antiguos.
Por
fe, obedeció Abrahán a la llamada y salió hacia la tierra que iba a recibir en
heredad. Salió sin saber adónde iba.
Por fe, vivió como extranjero en la
tierra prometida, habitando en tiendas -y lo mismo Isaac y Jacob, herederos de
la misma promesa-, mientras esperaba la ciudad de sólidos cimientos cuyo
arquitecto y constructor iba a ser Dios.
Por
fe, también Sara, cuando ya le había pasado la edad, obtuvo fuerza para fundar
un linaje, porque juzgó digno de fe al que se lo prometía.
Y
así, de uno solo y, en este aspecto, ya extinguido, nacieron hijos numerosos
como las estrellas del cielo y como la arena incontable de las playas.
Con
fe murieron todos éstos, sin haber recibido lo prometido; pero viéndolo y
saludándolo de lejos, confesando que eran huéspedes y peregrinos en la tierra.
Es
claro que los que así hablan están buscando una patria; pues, si añoraban la
patria de donde habían salido, estaban a tiempo para volver.
Pero
ellos ansiaban una patria mejor, la del cielo.
Por
eso Dios no tiene reparo en llamarse su Dios: porque les tenía preparada una
ciudad.
Por
fe, Abrahán, puesto a prueba, ofreció a Isaac; y era su hijo único lo que
ofrecía, el destinatario de la promesa, del cual le había dicho Dios:
"Isaac continuará tu descendencia."
Pero
Abrahán pensó que Dios tiene poder hasta para hacer resucitar muertos.
Y
así, recobró a Isaac como figura del futuro.
Palabra
de Dios
Evangelio: Lucas 12, 32-48
+ Proclamación del
santo evangelio según san Lucas
En aquel
tiempo, dijo Jesús a sus discípulos:
"No temas, pequeño rebaño, porque el
Padre de ustedes ha tenido a bien darles el reino. Vendan sus bienes y den
limosna; háganse morrales que no se echen a perder, y un tesoro inagotable en
el cielo, adonde no se acercan los ladrones ni roe la polilla. Porque donde
está su tesoro allí estará también su corazón.
Tengan ceñida la
cintura y encendidas las lámparas. Ustedes estén como los que aguardan a que su
dueño vuelva de la boda, para abrirle apenas venga y llame.
Dichosos los criados
a quienes su dueño, al llegar, los encuentre vigilando; les aseguro que se
ceñirá, los hará sentar a la mesa y les irá sirviendo.
Y, si llega entrada
la noche o de madrugada y los encuentra así, dichosos ellos.
Comprendan que si
supiera el dueño de casa a qué hora viene el ladrón, no le dejaría abrir un
boquete.
Lo mismo ustedes,
estén preparados, porque a la hora que menos piensen viene el Hijo del
hombre."
Pedro le preguntó:
"Señor, ¿has dicho esa parábola por nosotros o por todos?"
El Señor le
respondió:
"¿Quién es el administrador fiel y solícito a quien su amo ha
puesto al frente de su servidumbre para que les reparta la comida a sus horas?
Dichoso el criado a quien su amo, al llegar, lo
encuentre portándose así. Les aseguro que lo pondrá al frente de todos sus
bienes. Pero si el empleado piensa: "Mi amo tarda en llegar", y
empieza a pegarles a los empleados y empleadas, a comer y beber y emborracharse,
llegará el amo de ese criado el día y a la hora que menos lo espera y lo
despedirá, condenándolo a la pena de los que no son fieles.
El criado que sabe lo
que su amo quiere y no está dispuesto a ponerlo por obra recibirá muchos
azotes; el que no lo sabe, pero hace algo digno de castigo, recibirá pocos.
Al que mucho se
le dio, mucho se le exigirá; al que mucho se le confió, más se le
exigirá."
Palabra del
Señor
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Oración
Señor Jesús, Maestro Bueno,
siempre pensamos en muchas cosas,
menos en el final de la vida terrena.
Las preocupaciones diarias
no dejan, ni un solo momento,
para pensar cómo hacemos las cosas
y cómo vivimos
la relación con los demás.
Hoy has tenido la delicadeza
de recordarnos que nos llamas
a la vida en plenitud,
a la felicidad eterna.
Pero también nos recuerdas,
oh amado Señor,
al que tú no puedes ir;
quese puede llegar a un sitio
donde no hay cabida para el amor
y por eso no puedes entrar allí.
Danos, oh Señor,
el don del Santo Espíritu,
paravivir en tu Amor
sirviendo generosamente
a todos nuestros semejantes. Amén.
Pbro. Cándido Contreras