ENTRAR POR LA PUERTA ESTRECHA
Seguramente a muchos de nosotros se nos ha ocurrido
pensar: si yo hubiese vivido en tiempos de Nuestro Señor, no lo habría
rechazado, le hubiera sido fiel, no me habría escandalizado de su mensaje.
Lo
curioso es que después de tantos siglos de historia, sus palabras siguen siendo
incómodas y, más de una vez, rechazamos su mensaje.
No es para nada cómodo escuchar
“entren por la puerta estrecha”, sobre todo ahora que las estrecheces son cada
vez más grandes y, a la gran mayoría de los venezolanos, nos gusta hacer el
mínimo de los esfuerzos.
Todos, indudablemente, queremos participar de la
salvación; pero participar de ella requiere una aceptación de la propuesta
traída por el Señor Jesús.
Indudablemente es mucho más fácil
hacer unos cuantos ritos mágicos que aseguren algún tipo de salvación que
arriesgarse a entrar por la puerta estrecha del evangelio; a muchos nos
gustaría tener “un seguro espiritual contra todo riesgo” para desentendernos
del compromiso cristiano.
Como hemos sido educados en y para el egoísmo, el
mensaje de Jesucristo nos sigue resultando incómodo.
La puerta estrecha, es entre
otras cosas, la puerta de la generosidad y la solidaridad; es estrecha porque
requiere el salir de nosotros mismos, de nuestras comodidades y egoísmos;
entrar por la puerta estrecha implica despojarnos, perder algo de lo que
tenemos, perder algo de lo que, aparentemente, somos. Entrar por la puerta
estrecha exige trabajo, entrega, esfuerzo, constancia, disciplina.
Junto a esto, la Palabra de hoy también
quiere situarnos ante la realidad de muchas personas que, aparentemente, no
comparten nuestra misma fe o nuestro estilo de relacionarnos con Dios; también
ellos participarán de la alegría del Reino por su generosidad, su capacidad de
servicio, su perdón ilimitado con quienes les pueden ofender.
Los paisanos del Señor, sus
connacionales, se creían los únicos con derecho a vivir en el Reino de Dios;
creían que con sólo pertenecer al pueblo de Abraham, de Moisés y de David ya
estaban salvados y su raza les garantizaba sentarse junto al Señor Dios en el
banquete celestial. Ellos creían que sólo con las palabras se podía agradar a
Dios, olvidándose de la justicia, la generosidad, la misericordia y el perdón.
La puerta estrecha es el mismo
Señor Jesucristo quien, con su mensaje exigente, nos invita a salir de nuestros
egoísmos materialistas o religiosos; el nos invita a dar la vida por el
prójimo, tal como él mismo lo hizo.
Pbro. Cándido Contreras
Primera lectura: Isaías 66, 18-21
Lectura del profeta Isaías
Así dice el Señor:
"Yo vendré para reunir a las naciones de toda
lengua: vendrán para ver mi gloria, les daré una señal, y de entre ellos
despacharé supervivientes a las naciones: a Tarsis, Etiopía, Libia, Masac,
Tubal y Grecia, a las costas lejanas que nunca oyeron mi fama ni vieron mi
gloria; y anunciarán mi gloria a las naciones.
Y de todos los países, como ofrenda al Señor,
traerán a todos sus hermanos a caballo y en carros y en literas, en mulos y
dromedarios, hasta mi monte santo de Jerusalén -dice el Señor-, como los
israelitas, en vasijas puras, traen ofrendas al templo del Señor.
De entre ellos escogeré sacerdotes, y levitas
-dice el Señor-."
Palabra de Dios
Salmo responsorial: Salmo 116
Vayan al mundo entero y proclamen el Evangelio
Alaben al Señor, todas las naciones,
aclámenlo, todos los pueblos.
Firme es su misericordia con nosotros,
su fidelidad dura por siempre.
Segunda lectura Hebreos 12, 5-7 11-13
Lectura de la carta a los Hebreos
Hermanos:
Han olvidado la exhortación paternal que les
dieron:
"Hijo mío, no rechaces la corrección del Señor, no te enfades por su
reprensión; porque el Señor reprende a los que ama y castiga a sus hijos
preferidos."
Acepten la corrección, porque Dios los trata
como a hijos, pues, ¿qué padre no corrige a sus hijos?
Ninguna corrección nos gusta cuando la
recibimos, sino que nos duele; pero, después de pasar por ella, nos da como
fruto una vida honrada y en paz.
Por eso, fortalezcan las manos débiles,
robustezcan las rodillas vacilantes, y
caminen por una senda llana: así el pie cojo, en vez de retorcerse, se curará.
Palabra de Dios
Evangelio: Lucas 13, 22-30
+ Proclamación del
santo evangelio según san Lucas
En aquel tiempo,
Jesús, de camino hacia Jerusalén, recorría ciudades y aldeas enseñando.
Uno le preguntó:
Señor, ¿serán pocos los que se salven?
Jesús les dijo:
Hagan
el esfuerzo para entrar por la puerta estrecha. Les digo que muchos intentarán
entrar y no podrán. Cuando el amo de la casa se levante y cierre la puerta,
ustedes se quedarán afuera y llamarán a
la puerta, diciendo: Señor, ábrenos; y él les replicará: No sé quiénes son
ustedes.
Entonces comenzarán a
decir.
Hemos comido y bebido
contigo, y tú has enseñado en nuestras plazas.
Pero él les
replicará: No sé quiénes son ustedes. Aléjense de mí, malvados.
Entonces será el
llanto y el rechinar de dientes, cuando ustedes vean a Abrahán, Isaac y Jacob y
a todos los profetas en el reino de Dios, y ustedes se vean expulsados.
Y
vendrán de oriente y occidente, del norte y del sur, y se sentarán a la mesa en
el reino de Dios.
Miren:
Hay últimos
que serán primeros,
y primeros que serán últimos.
y primeros que serán últimos.
Palabra del Señor
ORACION
Padre Bueno,
lleno de amor y de ternura,
desde que nos creaste
en lo único que piensas
es en nuestra felicidad.
Gracias por tan maravilloso regalo.
Y hoy nos das, en tu Hijo Jesús,
uno de los muchos secretos,
para vivir felices y tener siempre la paz.
Nos dices que sólo es feliz
quien está dispuesto siempre a dar;
que sólo es feliz
quien deja de pensar en sí mismo
para pensar en los demás;
que sólo puede ser feliz
quien hace de la solidaridad
el aire que respira
y quien hace del perdón
la savia de su espiritualidad.
Ayúdanos, Padre Bueno, con tu Espíritu,
para optar por la puerta estrecha. Amén.